La Familia dijo, “hagan todo por ella”

Artículo original :

The family said, “Do everything.” DEBBIE MOORE-BLACK, RN | CONDITIONS | JULY 27, 2016

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Traducción y adaptación con permiso: Belen Coca Mogro

#CriticalCare #FOAMcc #experiencias_uti

 

“Hagan todo lo necesario”

Ella sabía que algo no andaba bien y por aquel entonces tenía 85 años; había olvidado los nombres de sus hijos, el pueblo donde los había criado e incluso el nombre de su esposo fallecido. A sus 70 años le diagnosticaron enfermedad de Alzheimer, y estando aun en su sano juicio, habló con su médico de cabecera acerca de su deseo de no ser reanimada. No quería vivir conectada a una máquina que respire por ella, expresó además su deseo de no recibir resucitación cardiopulmonar; ella solo quería ir a casa en paz acompañada de su Dios.

Con el tiempo en vez de entrar en un asilo de ancianos, su hijo insistió en llevar a su madre a casa para vivir con él.  Así fue que en sus 80 y largos, Sally comenzó a deteriorarse siendo incapaz de hablar, incapaz de alimentarse por si misma o de ir al baño por sus propios medios. Su hijo, quien en algún momento no podía esperar para cuidar de ella en su casa, lentamente comenzó a ignorar las necesidades básicas de su madre. Johnny tenía que trabajar, Johnny tenía que jugar y estaba demasiado ocupado para movilizarla, demasiado ocupado para higienizarla y también demasiado ocupado para alimentarla. Fue así que dos años después de convivir con su hijo, la dulce señora Sally quedo postrada en cama, con el cuerpo rígido y con ulceras del decúbito. Fue un vecino el que alerto sobre la situación de abandono de la señora Sally y notifico al servicio social.

Cuando las personas del servicio social llegaron a la casa de Johnny, encontraron a la señora Sally rodeada de sus propias heces y orina, en estado de malnutrición y con su cuerpo cubierto de escaras. Durante ese tiempo el servicio social insistió fuertemente en que Johnny enviara a su madre a un asilo de ancianos.

La señora Sally llego al asilo incapaz de comer, hablar o caminar y su demacrado cuerpo permaneció en una cama con aquella rigidez permanente. Sally estaba lista para morir y su condición de NO REANIMABLE estaba vigente. El personal del asilo le propicio el mejor cuidado y cariño posible, le brindaron todo el confort que pudieron; sostuvieron su mano, la asearon y le hablaron, pero Sally nunca respondió. A los pocos meses ella comenzó a mostrar más signos de deterioro y finalmente una noche, su respiración fue haciéndose más superficial, su pulso se hizo muy rápido y casi imperceptible; las enfermeras que habían cuidado de ella pensaron que había llegado la hora; trataron de darle el máximo confort posible y llamaron a Johnny para avisarle que su madre estaba muriendo.

Johnny no estaba listo para ver morir a su madre y les dijo a los enfermeros del asilo que llamaran al 911 y que enviaran a Sally al Hospital. Los enfermeros le recordaron a Johnny la decisión de su madre de no ser reanimada, sin embargo, el siguió insistiendo que la llevaran al hospital. Los técnicos de emergencia y los paramédicos pronto llegaron al asilo de ancianos y se llevaron a la señora Sally. En ese momento Sally no era capaz de responder, era absolutamente incapaz de hablar y de tomar alguna decisión acerca de las directivas que ella misma había firmado; pero su hijo sí era capaz de decidir, y decidió rescindir el pedido de NO REANIMAR que había firmado su madre.

Cuando llegaron al departamento de emergencia médica, Johnny y sus hermanas irrumpieron en la sala al grito de “¡hagan todo por ella!”. Sally, por otro lado, ingreso a emergencias con un pulso apenas palpable y con una respiración dificultosa y de a ratos agónica; pronto se escuchó CODIGO AZUL por los altoparlantes del servicio de emergencias, la señora Sally no tenía pulso y había dejado de respirar, estaba en paro cardio-respiratorio.

Contra nuestra moral, en contra de nuestra compasión y nuestra necesidad de brindarle dignidad a esa pequeña mujer en sus últimos días sobre la tierra, arremetimos con rápidas compresiones sobre su pecho mientras sentíamos como sus diminutas costillas crujían y se rompían y su frecuencia cardiaca se aceleraba hacia una fibrilación. “FIBRILACION VENTRICULAR” anuncia la enfermera, y al grito de “DESPEJADO” recibió la primera descarga del desfibrilador. Vimos a esta pequeña mujer convulsionarse y volver con un pulso muy débil. Sobrevivo a la agresión que le habíamos propiciado dejándole un cerebro anóxico a su contracturado cuerpo.

Su familia quedo complacida luego de ello: “ALABADO SEA, ELLA VIVIRÁ HASTA LOS 100 AÑOS”.

Nosotros, los técnicos de emergencia, los médicos y los enfermeros del departamento de emergencias agachamos nuestras cabezas, sabíamos que solo habíamos traído tormento y dolor, que habíamos ultrajado a esta pequeña y malnutrida dama quien alguna vez había estado llena de vida, de una vibrante existencia. Que se deslizaba por el túnel de la muerte de una forma pacífica, hasta que su familia forzó a los enfermeros del asilo, a nosotros los técnicos de emergencias y a los paramédicos a traerla de regreso en vez de dejarla marchar hacia su paraíso y descansar en paz para siempre. Nosotros la habíamos condenado a vivir un infierno.

Preparen a sus madres, padres y abuelos y permítales irse en paz hacia el otro mundo.

El paraíso no está en la tierra, aquí solo queda el odio, un odio que es el mismo infierno.

Dos días después, la señora Sally murió conectada a la máquina que respiraba por ella en una terapia intensiva. Fuimos incapaces de traerla de vuelta. Y su familia que había dicho “hagan todo por ella” había desaparecido. Una enfermera acompañó a Sally y sostuvo su mano cuando ella murió conectada a la ventilación mecánica con hematomas en su pecho y sus costillas fracturadas.

Si tu ser amado ha llegado al final de su vida, haz lo correcto, déjalo ir en paz.

 

Comentario


Dra. Belen Coca Mogro, especialista en Medicina Crítica y Terapia Intensiva (SATI/UBA)

En el día a día dentro del campo de la medicina de los cuidados críticos nos vemos enfrentados a la difícil tarea de tomar decisiones que afectan la vida de nuestros pacientes. Cuando nos encontramos ante una situación de terminalidad, la premisa ha de ser obrar en beneficio del paciente y tratar de evitar el sufrimiento, en el marco de un abordaje bio- psico- social tanto del mismo como de su entorno familiar. Debemos recordar en este punto que las enfermedades terminales no sólo incluyen a las oncológicas avanzadas, sino también a toda aquella enfermedad irreversible que deteriora la calidad de vida del paciente y genera pérdida de su autonomía. Con más frecuencia de la que uno desea, los familiares de un paciente terminal insisten en continuar con tratamientos que no sólo no tendrán resultados, sino que también provocarán dolor y sufrimiento. En los casos que los familiares no están preparados para la muerte de un ser querido nos confrontamos inexorablemente a dilemas éticos, con el riesgo de encarnizamiento terapéutico y la dificultad de seguir los principios éticos que rigen nuestra conducta como médicos tales como la no Maleficencia, la Beneficencia y la Autonomía.

En este contexto a veces nos preguntamos si fallamos en la forma de comunicar la severidad de la situación ya que pese a mencionar lo penoso de prolongar el proceso de morir, somos testigos del “Hagan todo por ella”.  Otras veces, sin embargo, la decisión de no perpetuar la agonía parte de la misma familia

En el caso de los seres humanos no sólo importa la supervivencia biológica ya que somos además individuos racionales, espirituales y sociales. Nuestra labor como profesionales de la salud debe estar orientada a preservar esta integridad y a velar por la calidad vida y la dignidad del proceso de muerte aceptando su inevitabilidad.

 

4 Respuestas a “La Familia dijo, “hagan todo por ella”

  1. Hermoso artículo, gracias Belén por la traducción, leerlo me recordó mucho a lo que vivimos los enfermeros y médicos en terapia. Pacientes ancianos y familiares que quieres que se haga hasta lo último, días y días de duelo y al final la muerte, a la cual quisieron distraer, pero llega.
    Muy triste ver pacientes irse de una forma poco digna y más triste si están lúcidos.
    Gracias por el artículo nuevamente. Que no haga reflexionar sobre la muerte digna y las importancia de las directivas anticipadas.
    Saludos!!!

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