Dejar la Terapia Intensiva: la experiencia de un paciente

Mariano Magariños (44 años),  autor del libro «Es Complicado», relata la historia de su enfermedad y propone una guía práctica sobre cómo enfrentar las dificultades derivadas de la internación y el tratamiento.  Su objetivo es ayudar a todos los que atraviesen situaciones en las que un problema de salud cambia drásticamente el curso de su vida.

A continuación transcribimos una de las anécdotas en la que narra el paso de la Terapia Intensiva al piso. Leerlo nos hace reflexionar sobre la dependencia que a veces se genera en los pacientes críticos respecto de la dinámica de trabajo en el sector y sobre la necesidad, cada vez mayor, de considerar un modelo de gestión asistencial como el de “UTI sin paredes” con el fin de mejorar la seguridad y calidad de vida de nuestros pacientes.

Fiebre de sábado por la noche

Por Mariano Magariños / Contacto: magara60@hotmail.com

Recuerdo que era mi cuarto día de terapia intensiva, estaba con mi hermana.

Aproximadamente a las 20.30hs., había llegado la cena, y mientras disfrutaba de unos segundos de calma porque no tenía dolor, ni náuseas, ni malestar, ni cirugía, ni mareos, ni baja de presión, ni ninguno de todos los síntomas habituales… se rompe la paz cuando el médico de terapia viene y dice:

— ¡¡¡Te pasan al piso!!! ¿¿Qué?? ¿¿Un sábado a la noche??

No podía ser más inoportuna la noticia: pasar de estar atendido las 24hs., todo el tiempo, con un nivel de cuidado y atención que nunca imaginé, a lo desconocido. Justo un fin de semana, y más aún un sábado y peor aún… ¿¿a la noche?? De entrada me negué rotundamente a hacerlo.

Ante mi negativa, el médico empezó con extrema paciencia a explicarme los riesgos de estar innecesariamente en terapia intensiva. Me contó que el lugar al que me mandaban era el más nuevo del hospital, que era muy complejo conseguir habitación y que si rechazaba esa quizás la ocuparían en segundos porque había como quince personas en los box es de la guardia y mucha otra gente esperando cama.

Yo para mis adentros decía: «¿qué me importa? Que se ocupe, quiero hacer toda mi internación en terapia intensiva». Recuerdo que parecía la NASA (aunque no conozco mucho la administración espacial nacional), uno ahí verdaderamente se sentía seguro. Sabía que cualquier inconveniente que ocurriera lo iban a resolver de la mejor forma posible; no tengo otra cosa que elogios para la mejor terapia intensiva.

Esa terapia era única, y a mi entender y el de todas las personas que alguna vez pasaron una necesidad de este tipo, es la única unidad que está abierta las 24 hs.

Es decir, en el momento en que uno está más necesitado, asustado, dolorido, desprovisto y confundido, en la mayoría de los lugares tenés que estar solo o en el mejor de los casos con una enfermera, según el tiempo que tenga para dedicarte. En la terapia intensiva del Hospital Italiano alguien tuvo la brillante idea (se merece un monumento al cuidado del paciente) de permitirle a un acompañante asistir al enfermo ni bien se despierta de la anestesia. Sí, así como lo lee.

Ni bien desperté ya estaban mi mujer y mi hermana, ayudándome, cuidándome de todo lo que fuera posible, buscándome de a poco las cosas que iban haciendo falta.

No solo podían acompañarte durante el día sino también a la noche. No subestimemos a la noche, ¿no? ¿Quién está tranquilo y seguro cuando se siente tan desvalido, cortado y cosido por todos lados, con monitores, sondas y cablecitos colgando por la totalidad del cuerpo?

Por fortuna, alguien tomó una decisión brillante y una persona, sea familiar o no, se podía quedar con nosotros toda la noche para hacernos compañía, ayudarnos a rotar en la cama, lavarnos los dientes o lo que fuera.

Tengo en la memoria los reflejos (nunca pude ver en forma directa porque no tenía movilidad) de la hermosa vista que había desde ahí, que era el último piso.

Era un lugar extremadamente moderno y tecnológico, todo nuevo, muy cuidado, con una atención inmejorable al igual que en la zona de quirófano, todo lo mejor.

Pero bueno, después de estas bondades, ¿debía irme? Me sentía cuidado, excelentemente atendido y protegido y justo de noche en medio de un fin de semana, ¿tenía que irme de ahí?

En medio de mi consternación, apareció un camillero con cara de «¿a quién se le ocurre hacer un traslado un sábado a las 21 hs.?» y después de tanto convencerme el médico acepté el traslado, me encomendé a Dios y dejé el lugar rompiendo el refrán «Más vale malo conocido…». Acá era «Más vale excelente conocido…», por es o costaba tanto.

Levantamos campamento con mi hermana, tomé coraje, me pasaron en bloque a la camilla de traslado y fuimos a lo que parecía mi primer paseo por un lugar nuevo. Yo conocía el hospital en días hábiles, de haber ido a las consultas o ES COMPLICADO, mismo el día de la internación, pero verlo un sábado a la noche fue una experiencia bastante diferente. La palabra desolador queda chica, y mientras nos acercábamos más y más al piso, más silencio y más vacío.

Ni bien llegamos a la sala de espera del lugar de internación, se vio algo más de luz, y estaba más vacía que los demás lugares.

Finalmente llegamos al cuarto y si bien inmediatamente se presentó un enfermero, de forma impecable y profesional, recomiendo si es factible y está a su alcance, llegar al piso en horario y día hábil, sobre todo de mañana.

Fue una primera noche que no olvidaré y le estaré agradecido de por vida a mi hermana por acompañarme en ese momento tan duro de mi vida. Solo quería que esa noche terminara y asomara alguna claridad por la ventana cuanto antes. Recuerdo haber extrañado mucho terapia intensiva y los días subsiguientes, con cada complicación que surgía en mi recuperación fantaseaba con que me llevasen arriba (sé que es ilógico, pero frente al malestar, uno quiere volver al sitio donde se sintió seguro y bien atendido ).

Afortunadamente nunca tuve que regresar a terapia, pero me queda un muy buen recuerdo de todo lo vivido en esa unidad (y eso que estaba hecho pelota y cortado a lo «Frankenstein»).

Fuente: Magariños, Mariano Andrés “ES COMPLICADO, historia de una gran cirugía Autogestión y preparación para cirugía. Basado en hechos reales y actuales.” Pag 252 a 255. 1ª. Ed. Buenos Aires, promoonline 10/2016.

Contacto: magara60@hotmail.com

4 Respuestas a “Dejar la Terapia Intensiva: la experiencia de un paciente

  1. simpre dije que el HOSPITAL ITALIO es lo mas ,lo he comprobado ya que soy cuidadora de ancianos ,recorrido muchas instituciones privadas de salud .me imagino como habran quedado las instaliciones nuevas , mil gracias por lo que hacen

  2. Excelente relato, soy esposa de un paciente que estuvo internado en la Terapia Intensiva del Hospital y también soy madre de un bebé que fue prematuro y estuvo internado en la Unidad de Cuidados Intensivos neonatal. Es tal cual contas, cuando tenes que salir de esa excelente terapia.

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