El duelo por una madre tiene características especiales. La madre es la primera figura con la que nos comunicamos y desarrollamos un vínculo afectivo. También, aquella que nos protege, sostiene y da seguridad en muchas ocasiones, incluso siendo adultos.
Una enfermera de Terapia Intensiva (45 años), cuya identidad prefiere reservar, hoy comparte con nosotros el diario que llevó mientras acompañaba a su madre en la enfermedad que puso fin a su vida.
La señora tenía 75 años. Ingresó a la guardia de un hospital público, con pocos insumos y personal, a causa de una neumonía adquirida en la comunidad. Estuvo 5 días en el shock room y luego 16 días en Terapia Intensiva. La visita era de media hora a la mañana, momento en que además se daba el informe médico, y media hora a la tarde. Dice la autora: “Escribía porque no sabía qué hacer con todo lo que sentía, escribir era una forma de tranquilizarme”…. Este es el diario del fin de vida de su madre.
22/05/18:
«Estoy pasando por uno de los momentos más difíciles de mi vida…Necesito tenerte a mi lado… Sé que sos fuerte y vas a salir adelante pero se me inunda el corazón de dolor al verte así. No soy la hija perfecta… Te pido perdón por las veces que te hice renegar. Sos un pilar fundamental en mi vida a pesar de las diferencias.
Mamá, por favor, seguí siendo esa mujer guerrera que ninguna de las adversidades de la vida te venció. Esta batalla, Dios mediante, también la vas a ganar.”
27/05/18
“Mami como duele este momento pero estoy acompañándote acá, en una sala de espera fría con personas pasando situaciones parecidas. Veo rostros angustiados, familiares que hoy están en la misma situación que yo. Que ironía del destino siempre estuviste orgullosa de tu hija enfermera de Terapia Intensiva y hoy vos necesitas una cama en Terapia y «no hay».Sos una abuela más que presente. Tu chiquito Agus va ser un hombre de bien como vos lo criaste. Sos un orgullo para él. Quédate tranquila que lo vamos a operar, va a terminar el colegio, va a trabajar, va ir a la facultad…..lo vamos a guiar y acompañar.”
01/06/18
“Mami ya estás en Terapia Intensiva de Adultos. Seguí luchando, nosotros te acompañamos a cada momento y estamos con vos. Queremos volverte tener en casa.”
0406/18
“Me preparo para ir a verte, es una sensación rara cada día impregnada de incertidumbre, angustia Entro al hospital, subo las escaleras y mi corazón se acelera, los ojos se llenan de lágrimas. Te imagino despierta, diciéndome que te querés ir…Llego al cuarto piso, Terapia Intensiva de Adultos, las puertas cerradas varias personas esperando ver a su familia… Como duele la espera viejita… Cada vez que sale un médico a dar el informe no quiero escuchar tu nombre….Empieza la taquicardia, la respiración se acelera, mi cabeza va a mil, trato de tranquilizarme, empiezo a rezar…
Ahora puedo ingresar a verte, tengo sólo treinta minutos de visita…. Llego a tu cama, te beso, te hablo, te digo que te amo… Limpio tus ojos, de los cuales de vez en cuando caen unas lágrimas….Te hablo, te hablo y no dejo de mirarte…. ¿Podés escucharme?….Estás dormida, pero yo necesito ver esos ojos abiertos expresivos. Te hago masajes en los brazos, estiro las sábanas, coloco crema en tus piernas, acomodo las botas anti rotación… Mami no se que más hacerte: es como si con las acciones tratara de cambiar un poco tu situación, tu estado, pero seguís igual…Cuánto dolor, cuánta impotencia. A veces, ponerme un poco en el rol de enfermera, permite que me distancie un poco de las emociones y pueda centrarme, por unos minutos al menos, en aspectos netamente asistenciales: miro tus parámetros, el respirador, las infusiones que te están pasando, comparo dosis con las que trabajamos nosotros y me quiero tranquilizar pensando con que son otras diluciones, veo menos gamas de Noradrenalina… La distracción dura poco, el dolor me invade…Hubiese preferido no trabajar en salud, tu cuerpo edematizado, la sonda nasogástrica a débito, la sonda vesical, hasta cuándo viviremos esta situación…”
06/06/18
“Otro día más…Me levanto temprano, limpio la Hermita, rezo, barro las hojas, riego las plantas… Me doy una ducha. Me plancho el cabello. Me cambio para ir a verte mami y preparo las cosas para luego ir a trabajar. Justo estoy en mi habitación guardando el ambo y escucho sonar el celular… Miro la hora: 9:59hs
– “Buenos días la llamo del Hospital Evita usted es familiar de la Sra B”.
– “Hola si, si, la hija”
– “¿Se puede acercar urgente a la Terapia Intensiva?”.
– “Ok, voy para allá, gracias”
No lo puedo creer…Empiezo a recorrer mi casa sin saber que hacer…Tomo de la mesa tu billetera y la documentación. Bajo corriendo, hablo con mi hermano, pido un remis, intento comunicarme con mis otros hermanos… Llega el auto me subo… El corazón me va a estallar: la taquicardia es terrible…
Llego al hospital, entro corriendo… Mami, sabía a lo que iba…. Apurada paso la puerta de la Capilla del Hospital y cuando me termino de persignar veo al médico que te ayudó en la guardia a colocarte la vía central y a intubarte. Me saluda. Lo saludo y mirándolo le pregunto: – “Doc, mi mamá falleció no?”
Asintió con la cabeza y dijo: “Hicimos todo lo posible, pero estaba muy complicada….”
Llegué al cuarto piso por los pasillos fríos, aturdida, desorientada y mi corazón ya latía muy despacito…. Por fin te veo, tenés la carita de estar tranquila..Te dejo ir en paz, gorda….Estarás por siempre en mi corazón y gracias por todo lo que me diste.Te amo mi vieja querida”
La persona que se enfrenta a la pérdida de alguien tan significativo como una madre puede sentir como si su vida estuviera “rota” o “incompleta”, cambiando en alguna medida la visión de su pasado, presente y futuro. Muchos sienten miedo a no volver a ser los mismos que eran antes, arraigado en ocasiones en la sensación de que una parte de ellos murió cuando murió el otro.
Contar la experiencia nos ayuda a integrar la muerte a la vida. Escuchar el relato de otros, a darnos cuenta que no somos los únicos, que la pérdida es algo que nos atraviesa a todos y que la única manera de seguir enlazados a la vida es aceptarla y darle significado.